jueves, 7 de febrero de 2008

Contra mi voluntad

Le dí la espalda a mi religión, infringí uno de sus mandamientos:
Ingresé a un local de ONA SAENZ.
Pasó lo que temía: me miraron mal los vendedores, esas caras de desprecio absoluto (si supieran esas minitas que soy totalmente conciente que un brazo mío, no entraría jamás, en una de las piernas de un jean de dicha marca).
Entré al negocio para buscar a San (las cosas que una hace por los amigos!), simplemente les consulté si en los probadores estaba una mujer vestida de tal forma... me seguían mirando como si les estaría confesando un crimen.
Que les quede claro a los encargados de marketing de estas marcas de moda (tan frívolas que dan asco), que importa lo de adentro (también incluyo calidad), pero más precisamente por la atención en sus locales.
Al final San estaba en Ona Sport (no estoy a la altura de saber tanto de la marca)
Aguante el bolishopping!, ahí sí me atienden como merezco.

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